miércoles, 10 de junio de 2009

Galletas


Una mujer entra en un aeropuerto con la intención de embarcarse en un avión. Factura la maleta y observa que aún le quedan 30 minutos de espera. Sin dudarlo dos veces, compra un paquete de galletas y una revista y se sienta al lado de un hombre que leía un menudo libro. Comienza a ojear la revista y se mete una galleta en la boca, pero cual es su sorpresa al observar que el hombre de al lado coge también una galleta y se la come; su primera reacción la deja muda, pero tampoco decide darle demasiada importancia. Sigue leyendo mientras echa mano de otra galleta y en ese momento el hombre alarga la mano y se hace con otra galleta. La timidez de la muchacha le niega toda iniciativa de reproche hacia el individuo y decide seguir leyendo, pero cada vez que ella comía una el hombre se comía otra. Hasta que en el paquete solo quedaba una sola galleta y es el hombre el que la coge con la mano y sin mediar palabra alguna parte la galleta por la mitad y se la entrega a la mujer. ¡Como se puede tener tanta cara! Pensaba ella. Era la primera vez que le ocurría algo parecido. No sabía si debía levantarse y reprocharle su actitud desvergonzada o abofetearle y marcharse sin mediar palabra.
En ese momento la llamada al embarque hizo que se tranquilizara y a ritmo ligero se apresuró a la puerta. Una vez sentada en el asiento junto a la ventanilla quiso buscar su teléfono inalámbrico en el bolso, pero lo primero que se encontró fue un paquete de galletas entero; no eran las suyas las que se había comido.

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