jueves, 12 de noviembre de 2009

Ninotchka

El guionista y director austriaco Billy Wilder siempre ha sido un gran defensor de las libertades. Cuando presintió que su propio talante libertario podría peligrar con el ascenso nazi en Alemania, hizo los bártulos y se largó del país.

Cuando quiso atacar al injusto sistema stalinista adaptó una historia de Melchior Lengyel construyendo una aguda sátira contra la vida en la extinta Unión Soviética bajo los designios del cruel dictador Stalin.

Si a la sabiduría textual le añadimos el manejo direccional de uno de los más grandes directores que ha conocido el séptimo arte, Ernst Lubitsch (maestro de entre muchos el propio Billy Wilder), tenemos ante nosotros una de las mejores comedias de la mejor época del género: finales de los años treinta, comienzos de los cuarenta.

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